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Una mujer cristiana iraquí­ habla de la religión en Iraq

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Es iraquí, mujer, cristiana, universitaria. Se llama Pascale Warda. Ha sido ministra en el caótico Irak de la reconstrucción y ahora, hace pocos meses aún, se ha apartado del Gobierno. “No están trabajando para el nuevo Irak, sino que cada cual pelea para ganar las próximas elecciones”, nos dice. Aquí, en Europa, en España, recibimos la imagen de un Irak fanatizado en torno al terrorismo y a las consecuencias de una guerra calamitosa. La realidad, sin embargo, es mucho más rica y compleja. Pascale Warda ha hablado en exclusiva para Elmanifiesto.com. Lo prodigioso es que de su boca nacen palabras de esperanza.

- ¿Qué nos puede contar de la situación actual de Irak desde el punto de vista de los cristianos?

- La situación es difícil y dura para todo el mundo en Irak, pero actualmente hay un aumento de la presión sobre los cristianos, en el contexto de la guerra terrorista contra la población iraquí. Los terroristas atentan contra todo aquello que tenga un valor simbólico, y así golpean las iglesias como golpean igualmente las mezquitas, dentro de su estrategia de terror. Por ejemplo, quiero recordar el atentado contra la iglesia de Notre Dame, una explosión provocada contra la gente que salía de misa. Fue horrible ver las imágenes de los cuerpos destrozados. La situación es particularmente dramática en las áreas del norte, en aquellos lugares donde no ha llegado la protección a la población civil. Mire: el 40% de los iraquíes que han abandonado el país en los últimos años son cristianos.

- ¿Cuántos cristianos hay en Irak? ¿Qué porcentaje de la población?

- En la época de Sadam Hussein eran no menos del 10%. Pero después ha habido este dramático proceso de emigración que hace completamente imposible saber de cuánta población estamos hablando. ¿No menos del 7%? En todo caso, un porcentaje proporcionalmente muy elevado de las víctimas del terrorismo son cristianas.

- ¿Los cristianos están representados en el actual Gobierno?

- Como tales, no. Hay cristianos que están en listas no confesionales, no cristianas, de otros partidos. No les votan sólo los cristianos; reciben votos de todos los demás grupos sociales. Por ejemplo, el ministro de Industria, cristiano, pertenece a la coalición por el Kurdistán. Y por otro lado, un porcentaje muy elevado de los cuadros técnicos de los ministerios y de la vida empresarial y cultural son cristianos, porque la población cristiana ha sido tradicionalmente la más abierta, la que más se ha formado en el exterior, sin dejar de sentirse profundamente iraquíes.

- ¿Qué lengua hablan los cristianos iraquíes?

- El siríaco, el caldeo, que son la misma lengua, el arameo -que es el origen-. Han sido lenguas muy perseguidas y reprimidas por Sadam Hussein, pero que eran históricamente y aún son hoy las lenguas de la población cristiana. En Irak hemos llegado ahora a plantear nuestro derecho a estudiar esta lengua como nuestra lengua de base en la enseñanza; esta reivindicación comenzó a plantearse después de 1992 en el Kurdistán y hoy hemos llegado a que la educación primaria y secundaria pueda desarrollarse en arameo.

- Pero no están ustedes concentrados en una sola área del país.

- No, y eso es parte de nuestro problema. Hay comunidades cristianas en todas partes de nuestro país. A causa de la formación media de la población cristiana, que es muy elevada, puede usted encontrarnos lo mismo en Basora que en Bagdad o en cualquier otro lugar. Y las zonas que eran tradicionalmente de gran mayoría cristiana, como en el norte, hoy son un mosaico étnico donde no hay mayoría reconocible.

- ¿Cuántos cristianos han muerto desde la última intervención americana?

- Más de un millar.

- ¿Y la represión de Sadam Hussein? ¿Qué huella ha dejado?

- Sadam Hussein ha represaliado muy duramente a los cristianos, en particular por medio de instrumentos políticos de exclusión. No fue siempre así. Se trata de un proceso que comenzó especialmente a partir del año 92, tras la primera guerra contra occidente, cuando Sadam, para cimentar su poder en el interior del país, recurrió al procedimiento de fanatizar a la población en materia religiosa. Ese proceso no ha desaparecido todavía.

- ¿El actual poder iraquí representa una ruptura respecto a Sadam o, de algún modo, tiene rasgos de continuidad?

- Parcialmente sí tiene algunos aspectos de continuidad. Hay que tener en cuenta que una dictadura tan larga como la de Sadam crea una elite política propia, y también unas conductas, unos comportamientos, una manera de entender la política. Parte del actual establishment iraquí se formó en la época de Sadam y mantiene muchos de sus tics. Pero sólo una parte. En el actual poder iraquí también hay gente que tiene una larga biografía de luchadores contra la dictadura y por la liberación de Irak. Cuando se acabó con el régimen de Sadam, muchos pensamos que al fin la libertad había llegado. Pero eso no podíamos hacerlos nosotros solos. Necesitábamos ayuda, como Francia o Alemania después de la segunda guerra mundial. Y lo que hemos encontrado es que nadie tenía un proyecto para el Irak post Sadam, tampoco los americanos. Mire, tras la caída de Sadam hemos comprobado que el gran potencial económico del país, el petróleo, estaba siendo gestionado de manera catastrófica para los propios iraquíes. Las herramientas técnicas, la maquinaria, estaban envejecidísimas: eran de los años 70. Y del dinero que daba el petróleo, menos del 20% se empleaba en mejorar las condiciones de vida de la población; el resto, el 80%, se empleaba para financiar el terrorismo internacional o para lucro personal de las gentes del régimen de Sadam. Ahora hay que volver a poner de pie todo eso, y hacerlo al mismo tiempo que se implanta un sistema democrático. Es un tarea titánica.

- ¿Cómo ve usted el papel que ha jugado España con el Gobierno Aznar, primero, y la reacción del Gobierno Zapatero, después?

- Bueno, los políticos son los políticos, y cada cual ve la manera más oportuna de aplicar sus programas cuando llega al poder. Eso pasa en todas partes. Para mí el problema es que las Naciones Unidas deben implicarse más en Irak, porque es una cuestión de alcance internacional. Y entonces no sólo España, sino Europa entera debe tomar la liberación de Irak como un asunto propio. Irak no es sólo petróleo, unos recursos; Irak es un país con hombres y con mujeres que quieren vivir en paz y reconstruir su tierra. Los norteamericanos y los ingleses han cometido el error de enfocar el asunto desde una perspectiva únicamente militar, pero ese error ha sido a su vez inducido porque el Irak se ha convertido en meta de terroristas de todo el mundo musulmán. Para nosotros la presencia española, como la de los otros países, es fundamental para poder reconstruir un país que ha sido sistemáticamente destruido por una dictadura y por una guerra. Eso es vital. En Irak ha habido unos desplazamientos de población enormes: un millón y medio de desplazamientos interiores, cerca de cinco millones de desplazados hacia el exterior. Y en muy buena parte, esas personas son gente con capacidad, con formación, con conocimientos, gente fundamental para reconstruir el país. Es esa reconstrucción lo que buscamos. Y para España, como para el resto de Europa, es algo que sólo puede ofrecer ventajas a medio plazo: se estará ayudando a reconstruir la democracia en un país y, además, se estará invirtiendo en una potencia económica cuyo reflotamiento también reportará beneficios materiales. Esta perspectiva, lamentablemente, está siendo distorsionada por los medios de comunicación occidentales, que plantean el asunto como una adhesión a la política norteamericana. La realidad de Irak y su futuro es mucho más que eso. Las decisiones políticas deberían tenerlo presente. Y es grave que las decisiones política estén siendo dictadas por la posición de los medios de comunicación.

- En cuanto a la gente de la calle, el ciudadano normal, ¿cómo vive esta situación?

- No tiene nada que ver con lo que pasa en el plano político interior ni internacional. Todas esas tensiones entre la Siria sunita y el Irán chiíta, entre una opinión occidental antiamericana y unos Estados Unidos que insisten en su política, entre las diferentes facciones de propio gobierno iraquí… Todo eso no tiene nada que ver con la realidad de la gente, que llora y vive y sufre igual, que mantiene relaciones de vecindad normales, que está acostumbrada a tener a su lado a otro que es kurdo, o chiíta o cristiano. Demasiadas voces intentan manipular a unos o a otros para su propio proyecto de poder, y por cierto que esa manipulación también se da en Europa, donde se ofrece una imagen de la sociedad iraquí que tiene muy poco que ver con los iraquíes de la calle. No hay una predisposición de las diferentes identidades iraquíes a enfrentarse entre sí. Eso es producto de la manipulación de la gente por unos y otros.

- ¿Y el papel del Islam como catalizador de la violencia, del terrorismo?

- Es absurdo, una locura. Irak se ha convertido en centro de miles de musulmanes que vienen aquí a matar en nombre del Islam. Pero el Islam no pide eso. El Islam es una religión con sus valores, una religión que merece todo el respeto. Estoy convencida de que la inmensa mayoría de los musulmanes iraquíes detestan que su bandera esté siendo dibujada por esos criminales que vienen de todas partes para matar a nuestra población. Una religión no puede reducirse a la historia de su integrismo.

- ¿Hay alguna posibilidad de apaciguamiento?

- Hay un claro propósito internacional de controlar la situación, de pacificar el país. El problema es que las cosas no acaban ahí. Hace falta también una decisión política que pueda dibujar el Irak de mañana, y esa decisión no existe, ni dentro ni fuera de Irak. No existe porque no se respeta a los iraquíes. Los norteamericanos pueden hacer carreteras e infraestructuras, pero lo que hace falta, sobre todo, es permitir que Irak se construya como un cuerpo político. Hay un mensaje de esperanza: si los iraquíes toman la administración de su país como un conjunto, como un proyecto nacional, será posible corregir las cosas. Pero si la administración se organiza en función de que tú eres chiíta o tú kurdo, repartiendo cada cual su trozo de pastel, entonces el problema se eternizará. Si hay una buena solución política, entonces el problema de la seguridad seguramente mejorará.

Publicado en El Manifiesto.com, 20 de junio de 2007.