Durante la serie de conferencias de prensa concedidas a mediados de octubre pasado por el comité organizador de las olimpiadas de 2008, el país organizador ha dejado clara su postura en torno al tema religioso. En la lista de objetos prohibidos, al mismo nivel que bombas, armas de fuego, municiones y sustancias radioactivas, se encuentran vedados cualquier tipo de objetos religiosos. La norma será aplicada lo mismo al personal acreditado (periodistas, cadenas de televisión y radio, etc.) que a los turistas, atletas y entrenadores. La prohibición comprende la villa olímpica. Según una nota de Aciprensa (31 de octubre de 2007), la Biblia está incluida en la polémica relación.

Ciertamente los creyentes no son los únicos afectados por este hecho y las coacciones no se reducen al campo de la libertad religiosa pues también queda vetado todo tipo de material político.

En su carrera rumbo a la sede de las olimpiadas de 2008, Pekín compitió con ciudades como Osaka, Estambul, París y Toronto antes de ser declarada anfitriona. Desde un primer momento se le objetó a su candidatura las limitaciones existentes en el campo del respeto a los derechos fundamentales, entre los que están la libertad de expresión y la libertad religiosa. No obstante, la ciudad alcanzó la sede después de comprometerse a mejorar esos aspectos en acciones tan mínimas como permitir la libre circulación de los turistas por todo el país.

Y hasta se llegó a creer en unas olimpiadas libres, transparentes y a la luz del sol donde los turistas y periodistas podrían desplazarse y ver todo, pero las operaciones de fachada han cedido al puño de hierro. El 20 de octubre pasado las dudas que aún quedaban experimentaron la amargura de la respuesta de un país que, en palabras del director de Asianews.it, Bernardo Cervellera, en una entrevista concedida al diario italiano La Stampa (12 de octubre de 2007), "quiere todas las ventajas económicas y de imagen de las olimpiadas pero sin abrirse al mundo". "China permanece como un país represivo".

La alarma en buena parte de las delegaciones que participarán en las olimpiadas se ha desencadenado. Y es que no es un problema exclusivo de católicos y cristianos, si bien la medida va encaminada a mitigar una preocupación de las autoridades chinas especialmente respecto a ellos: con el anuncio de la ciudad anfitriona en 2004, muchas organizaciones religiosas católicas y cristianas vieron la oportunidad de utilizar los juegos olímpicos para llevar adelante su labor evangelizadora, encontrarse con los cristianos chinos, verificar en qué condiciones viven su fe y ayudarlos concretamente. Una acción del todo válida si admitimos el principio de libertad religiosa.

Pero budistas y musulmanes no quedan exentos de esta medida si consideramos que, por ejemplo, los atletas musulmanes pueden viajar con el Corán y que, al igual que la mayor parte de los creyentes de las demás religiones, tienen necesidad de un lugar para la oración y, las más de las veces, manuales con rezos impresos, los cuales tienen un evidente cariz religioso. Los católicos, además, precisan de un sacerdote que les celebre la Misa con formas para consagrar y vino de un tipo, un crucifijo y misal para seguir los ritos, los cuales quedarían fuera de la villa olímpica.

Según el informe 2007 sobre Libertad Religiosa Internacional dado a conocer el 14 de septiembre pasado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, China continúa siendo uno de los países “motivo de preocupación particular” (junto a Birmania, Arabia Saudí, Corea del Norte, Irán y Eritrea). La negligencia china persiste muy a pesar del Pacto Internacional de las Naciones Unidas sobre Derechos Civiles y Políticos que hace obligatorios los derechos a que se aspira y que se destacan en la Declaración Universal de los derechos humanos.

Bajo el eslogan “un solo mundo, un solo sueño” los juegos olímpicos se inaugurarán el 8 de agosto de 2008 en Pekín. Queda claro que en ese mundo y en ese sueño la libertad religiosa no queda contemplada. El sueño y el mundo chino distan mucho de ser el de sueño y el mundo de todos.